miércoles, 19 de septiembre de 2007

Carrera

Existe un punto clave, creo yo, en la vida de una persona. Seguramente todo el siguiente texto sea algo subjetivo, marcado fuertemente por ser el momento que estoy viviendo precisamente ahora.

Creo yo que ese momento, es el de elegir, o empezar un estudio, una carrera.

El panorama presenta un par de posibilidades: Las organizaciones gubernamentales (y privadas) de promoción de estudios terciarios y/o universitarios (no estoy muy seguro de la diferencia) se encargan de ponernos al alcance el abanico de posibilidades facultativas a seguir.

He aquí una desición cumbre, esencial en la vida. De esta decisión dependen muchos de los años siguientes, que son extremadamente importantes, decisivos.

Y es aquí donde comienza mi disertación. La posibilidad número uno es la de optar por alguna de las carreras. Saliendo sin muchas esperanzas de un sistema educativo nefasto, se nos presentan diferentes rumbos para seguir, de entre los cuales, por algún tipo de obligación implícita, escogemos el que más se atiene a nuestros intereses. La aclaración entre comas presenta un aspecto importantísimo en esta monografía: la “obligación implícita”, y aquí entra al ruedo una palabra de mucho más peso, que más de uno se sobresaltará y se pondrá a la defensiva al leerla, y es “libertad”.

Como bien he leído por ahí: “Teniendo la posibilidad de elegir, todo lo que uno haga por costumbre, es síntoma de estupidez.”, totalmente de acuerdo, pero continuando con ese postulado, me atrevo a decir que al tomar una decisión en base a posibilidades impuestas, no estamos haciendo un uso correcto de nuestra libertad (cabe aclarar que yo no creo que la libertad real exista).

Bien, la posibilidad número dos es la que vendría yo a defender. Y es la de guiarse por

la llamada voz interior. Parafraseo a Herman Hesse:”no busco ya en las estrellas ni en los libros: comienzo a escuchar las enseñanzas que mi sangre murmura en mí.”

En mi caso (y esto es apestosamente subjetivo) he encontrado mi lugar por el lado de las artes; nada de darme a elegir uno o dos, sólo un día escuchar a Freddie Mercury y sentir que quiero cantar. Eso sucede en todos nosotros, y atención a este detalle: no estoy tratando de decir que todos debemos ser artistas. Uno puede naturalmente darse cuenta de que ama la filosofía, la psicología o las matemáticas. Puede elegir seguir su carrera en base a ello, y será la mejor elección.

Los sabios griegos se sentaban a orillas del río y profetizaban sus sabidurías. Uno se acercaba a aprender lo que quería. Existiendo la libertad de aprender todos vamos a aprender algo.

Tenemos que evitar dejar que el sistema o lo que sea nos ponga los límites, nos lleve a donde quiere. Pensemos en eso, pensemos en qué es mejor para nosotros, recordemos que el cambio es individual, que la elección es personal, que seremos más felices haciendo lo que sentimos que lo que debemos hacer.

Ya demasiado con tener que trabajar (si o si) para llevar adelante el sistema, al menos estudiemos, capacitémonos en lo que deseamos realmente, en lo que nuestra sangre nos dicta.

Yo suelo soñar que cada uno tiene una razón de ser en la vida, y que no puede ser reemplazado en ella por nadie más.

Sí respondemos a eso de “elegir que carrera seguir sólo para ser alguien en la vida”, estaremos eligiendo de que forma queremos morir, y no de que forma queremos vivir.

Felicidades.

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